Rudus es un traficante de pieles que recorre la Gallaecia haciendo negocios.
Ahora mismo está en Aquae Flaviae, pero no en la mansio ni en los baños termales, sino en el presidium.
Hace varios días que Floro Pondio Mínimo y Tito Flavio Vespasiano se fueron con sus comitivas a Brácara Augusta, la capital que el emperador Augusto fundó, hace varias décadas, cuando vino en persona a someter a las últimas tribus hispanas que buscaron refugio en las montañas más escarpadas de la cordillera Cantábrica.
Pero antes de irse con su amigo Tito, puso buen empeño en encontrar al estafador que envolvió en cada fardo de pieles de zorro seis pieles de perro. Menos mal que no se las ofreció a Tito junto con la piel de oso, pero se las regalaría a sus centuriones como premio al trabajo extraordinario que realizan en la construcción de las termas y el puente. Tuvo la previsión de desenvolver los fardos para comprobar la extraordinaria sabiduría del curtidor en cada una de las pieles , cuando sus ojos desorbitados y rojos de ira, comprobaron el engaño, a él, a Floro Pondio Mínimo, máxima autoridad de la ciudad.
Rudus, sentado en el suelo de su celda, pensativo, espera pacientemente la vuelta de Floro. Todavía siente la vigorosa mano del soldado sobre su hombro justo en el momento que observaba las joyas que asomaban en las manos ,cuellos y cabezas de las afortunadas mujeres romanas.Todas sus pertenencias han sido requisadas y aún no sabe en qué basar su defensa.
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